Nunca dejará de asombrarme (y en la mayoría de las ocasiones de repugnarme) el ingenio mostrado por los ciberdelincuentes, y emplear una amenaza de bomba como nuevo reclamo para intentar extorsionar a sus potenciales víctimas es, sin duda, un ejemplo bastante claro de lo bajo se puede llegar a caer. No digo que sea el peor caso que he visto, pero sí que está en la lista de los más destacables a ese respecto.