En la conferencia VidCon, la reunión anual de creadores digitales de California, los influencers más exitosos se arremolinan en salones exclusivos, recibiendo productos promocionales gratuitos y posando para sesiones fotográficas.
Jabria, Laurie y Zan no son diferentes de los demás asistentes. Pero a diferencia de los demás, que en su mayoría son adolescentes, estos tres apenas tienen entre cinco o seis años, y están acompañados por la dueña de la guardería, convertida en acompañante, Katrina Hines. Forman parte de la nueva generación de los llamados niños creadores —o kidfluencers (niños influencers)— que están alcanzando el estrellato viral en plataformas como TikTok, Instagram y YouTube a edades cada vez más tempranas.
Les hacen preguntas que probablemente no entiendan; ellos dan respuestas ingenuas y fantasiosas. “Se divierten con ello, les encanta hacer los videos”, me dice Katrina, que agrega que ahora tienen acuerdos de patrocinio con marcas como Puma, dinero para su futuro y mucha mercancía gratis.
Una visión conmovedora, tal vez. Pero los niños se enfrentan a los mismos riesgos de seguridad que cualquier usuario de las redes sociales, la posibilidad de ser víctimas de acoso cibernético, depredadores o violaciones de la privacidad.
Algunos padres dependen de las cuentas de influencers de sus hijos o de sus páginas familiares como ingreso principal. Otros pueden utilizar a un niño para impulsar su propio estatus de celebridad. Pero ¿puede un niño distinguir entre trabajo y ocio? ¿Comprende el significado de una remuneración justa? El dinero que ganan, ¿llegará a sus propios bolsillos? “Cuando los padres están involucrados, hay una falta de capacidad”, dice Brooke Erin Duffy, profesora de la Universidad de Cornell.
Los padres y tutores deben asumir la mayor parte de responsabilidad por sus hijos. Pero las agencias de talento y los anunciantes podrían dar un paso adelante y crear nuevos estándares.
Las agencias se muestran en gran medida renuentes a actuar por el costo potencial o la disrupción para el negocio, afirma Crystal Abidin, profesora de la Universidad Curtin. “Cuando se habla de comercializar la infancia... las marcas son realmente los guardianes que dan forma y aceleran la industria”, agrega.
Créditos: Hannah Murphy